
En un mundo cada vez más competitivo, las nuevas empresas se enfrentan al simple desafío de sobrevivir. La paradoja es que el único camino a la supervivencia es generalmente el crecimiento. Al igual que un adolescente, que toma conciencia de las transformaciones de su cuerpo, una firma deberá conocer cuáles son sus fortalezas y debilidades para operar en el nuevo entorno.
Casi de manera imperceptible, debe mejorar sus productos, aumentar la capacidad de producción, mejorar su imagen pública. Es comparable a la situación de un equipo deportivo que, luego de ganar un título en una categoría inferior, debe competir en una división de alta performance. La alegría del triunfo se acaba y comienzan los desafíos.
Los problemas más frecuentes son “los cuellos de botella” en las operaciones administrativas organizadas para un menor número de transacciones, los saltos importantes en la escala de producción, los cambios en la logística de distribución de productos, el manejo de mayor volúmenes de compra de materias primas y las modificaciones en la capacidad de almacenamiento. Además, existen otros factores de peso como la habilidad competitiva del equipo directivo, quien no debería ser fusible del cambio sino factor. El despliegue de nuevas estrategias y los problemas del financiamiento también son importantes.
Como los adolescentes, las empresas deben recorrer el difícil camino del crecimiento siendo artífice de su propio destino….aunque esto duela.